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Hoy, en la sección «El flechazo de», os traigo el mío propio, el de Olga de SelfPackaging, la misma que escribe y calza… o algo así era, ¿no?
Como a mí lo que me pirra, entre otras cosas, es la literatura, se me ha ocurrido que quizás os podía resultar interesante que os explicase el origen de los cuentos de hadas más populares de todos los tiempos, ¿qué os parece la idea? Además, con el día mundial del libro tan cerca, venía bastante al caso. Y es que las historias originales que se explicaban en la Europa medieval, tan oscura y siniestra, poco o casi nada tenían que ver con las versiones más dulces creadas posteriormente por Perrault o los hermanos Grimm, por no hablar de las posteriores, totalmente almibaradas ya, de Walt Disney y compañía. Lo cierto es los tiempos han cambiado tantísimo que hoy en día no es necesario que los niños aprendan tan pronto cosas tan duras, o al menos no en nuestra sociedad. Pero en aquellos tiempos sí, era imprescindible, había que enseñar a los pequeños a sobrevivir en un mundo realmente cruel, y la forma de hacerlo era utilizando la tradición oral, ya que el 99% de la población era analfabeta. Vamos explicar por encima tres de las historias más populares que todos hemos oído y explicado mil veces, ¿vamos allá?
El origen de los cuentos de hadas: Caperucita roja
Caperucita roja era una dulce e inocente niña a quien su mamá dio una cesta con comida para su abuelita, que estaba enferma. «Ve por el bosque, pero coge el camino más corto, no te entretengas», le dijo. Pero al entrar al bosque se encontró con el malvado lobo, quien la engañó, le hizo ir por el camino más largo para así llegar él antes a casa de la abuela.
Una vez allí, el lobo se comió a la pobre anciana, se vistió con sus ropajes y… «¡qué orejas tan grandes tienes!», y blablablá. Finalmente, el cazador llegó a tiempo, mató al bicho malo malísimo, lo abrió en canal, rescató a la abuela y todos vivieron felices para siempre, ¿no?
Pues no. En su origen, el lobo en realidad era antropomórfico, es decir, era un hombre lobo. ¿Cómo puede ser posible? Lo es, en la Europa de la baja edad media las leyendas de hombres lobo y vampiros campaban a sus anchas de aldea en aldea (recordemos que, por ejemplo, nada sabían de la porfiria o la hipertricosis, que habrían explicado muchas cosas a esas pobres gentes). En realidad, lo que pretendía transmitir esta historia era: «niñas, no os fiéis de los desconocidos (sobre todo si tienen pelo en todo su cuerpo, pero esto es lo de menos), no os adentréis con ellos en el bosque porque os violarán».
De hecho, en el cuento original no aparece un cazador que proporcione un final feliz: el lobo se zampa a la abuela y San Seacabó… y a Caperucita también se la come, pero no sin antes obligarla a entrar con él en la cama de la abuela. Las moralejas se aprendían así, a lo bruto, en aquellos tiempos.
El origen de los cuentos de hadas:
Hansel y Gretel
La verdad es que esta historia, incluso endulzándola un poco con el paso de los siglos, sigue siendo de las más oscuras… pero lo había sido todavía más. Tiene muchas semblanzas con Pulgarcito, y su moraleja era muy similar. Surgieron durante la Gran Hambruna del siglo XIV en Europa, y sus enseñanzas eran básicas y muy muy siniestras.
Durante la baja Edad Media, la vida no valía mucho. Pensad que la esperanza de vida en los siglos XII a XIV no alcanzaba los 30 años, y si tenemos en cuenta que no existían métodos anticonceptivos… todo nos lleva a deducir lo altísima que era la mortalidad infantil. Esto, unido a la enorme hambruna que asoló el continente, junto con pestes y guerras, provocó algo que solo de pensarlo produce escalofríos: la gente se comía a los niños. Así de chungo, así de crudo. Pasad, pasad, niños, entrad a ver mi casita de caramelo…
Este era un peligro muy real en aquellos tiempos. Y os voy a dar un apunte más: ¿por qué es siempre una bruja la mala del cuento? ¿Por qué una señora vieja y fea, con verrugas, es la que encarna la maldad? Pues porque, queridas y queridos, las mujeres siempre hemos tenido una esperanza de vida mayor a los hombres (entre otras cosas porque no íbamos a matarnos en las guerras), y eso, a la cultura popular, de por sí machista y misógina, siempre le dio un poquito de miedo. Pensad si no cuántas brujas malas hay en los cuentos, y cuántos brujos malos encontraréis… ¡já!
El origen de los cuentos de hadas:
La bella durmiente
La bella durmiente del bosque… ay, ¡este cuento está cargado de significados ocultos! Al nacer la bella Aurora, una vieja bruja (¡otra vez!), celosa por no haber sido invitada al baby shower, la maldijo: «Al cumplir los 16 años se pinchará con el huso de una rueca (reconocedlo, nadie sabría qué demonios es el huso de una rueca si no fuese por esta historia) y caerá en un profundo sueño»… O, en la historia original, «… y morirá», sencillamente.
Al pincharse con el huso de la rueca brota una gota de sangre, y Aurora cae en su profundo, profundísimo sueño, que ni Dormidinas ni nada necesita la criatura. Pues bien, sabed que esa gota de sangre en realidad lo que simbolizaba para las niñas medievales no era otra cosa que la llegada de la menstruación, ni más ni menos. Ese temido momento era doloroso, y marcaba un antes y un después en sus responsabilidades como mujer. De hecho Aurora cae en un sopor…
… que, en realidad, es la temida edad del pavo. Sí, sí, como lo oís. Aurora no está muerta, Aurora no está dormida. Aurora lo que está es atontada perdida, porque ya menstrúa, sí, pero improductivamente. ¿Y esto cómo se soluciona? ¿Qué puede suceder para que la bella princesa despierte de su atontamiento? Pues, por supuesto, que aparezca un apuesto príncipe, quien con un beso de amor (ejem, entended que no es un simple beso lo que le da el príncipe) la traiga de vuelta a la vida, a procrear y a cuidar niños, que es lo que tiene que hacer (nótese el tono irónico, por favor, no os lo vayáis a tomar en sentido literal).
Y hasta aquí, niños y niñas, los entresijos más escabrosos de nuestros cuentos de infancia. O, para seguir la tradición: colorín colorado, este cuento se ha acabado.
Olga querida, desde éste caótico Estambul te leo y me haces reír y aprender cosas de los cuentos que algunas veces intuí, pero sin ninguna certeza.
Escribes muy natural y bonito, me encanta, me encanta, más, más,más.
Cuídate mucho y hasta la próxima. Besitos
Ayyyyy… ¡muchas gracias, Wendy! 🙂
Simplemente intrigante, nunca he sido muy de cuentos de pequeña me parecían siempre muy extraños, ocultos y una forma sublimar de hacernos sentir unas princesas con los príncipes azules, quizás por eso solo he entendido la parte la mala del cuento jajajajaja. Gracias por compartir estos datos tan curiosos.
A ti por tu interés en ellos, Andreia 🙂